- ¡No me comas que te mueres!, digo ella. Estaban sentados a la orilla del lago de chocolate con la mirada fija en el movimiento lento de ondas que se formaban en la superficie viscosa. A pesar del calor de esa noche, Felipe se estremeció pegándose aún...

Me hallo en el teatro de la existencia. Aparezco en escena con un vestido raído cubierto por un delantalito amarillento y medias hasta medio muslo formando rosquillas en mis tobillos enjutos. Dos trenzas desaliñadas enmarcan mis ojos vivarachos y una sonrisa esquiva orientada al estrado. Escucho...