Blog personal de Elena Porté

En estas páginas comparto escritura creativa y pintura. Encontraréis relatos breves, cuentos o retratos que brindan inspiración y belleza. Su propósito es mostrar que todos podemos aflorar nuestros dones creativos cuando nos conectamos al ser. Gracias por leerme.

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Wonderland y la energía sexual

– ¡No me comas que te mueres!, digo ella.

Estaban sentados a la orilla del lago de chocolate con la mirada fija en el movimiento lento de ondas que se formaban en la superficie viscosa.

A pesar del calor de esa noche, Felipe se estremeció pegándose aún más a Golisa. Siempre encontraba consuelo en su amiga y hoy lo necesitaba. Estaba viviendo un momento extremo y tenía mucha hambre. Su cuerpo ya no toleraba como antes ni pequeñas cantidades de hidratos de carbono. Y en Wonderland todo era dulce. Él mismo estaba hecho de puro azúcar y había desarrollado una intolerancia a su propia naturaleza que en poco tiempo devendría alergia. ¿Qué sería del él si no podía alimentarse? Las inyecciones de almidón no le estaban nutriendo y cada vez le provocaban más migrañas y agotamiento.

Aunque su sentimiento por Felipe era distinto, Golisa también le amaba. Y estaba seriamente preocupada por su amigo.

Pues si no fuera porque te perdería, te comía entera—, respondió Felipe esbozando una sonrisa por primera vez en toda la noche. Seguro que podría metabolizar tu dulzor— y apoyando la cabeza en el hombro de la chica, siguió diciendo:

– Sabes, me pregunto como en un mundo de golosina, puede haber tanta amargura.

– Tú me mantienes en vida. De no tenerte, ya hubiera devorado todos los muebles de casa ¡y hasta el colchón de la vecina! …Aunque no sé cuánto voy a poder aguantar mi amor—. Golisa sintió encogerse su nube de algodón al advertir el reguero de almíbar que escurría por las mejillas de él.

Llorar era síntoma de disolución. “Está cerca”, pensó angustiada y le rodeó delicadamente con el brazo. Tenía que evitar su destrucción. Como fuera. Pero, ¿Qué podía hacer para mantenerle con vida?

En Wonderland tanto las personas como los objetos, las construcciones y la naturaleza misma, estaban hechos de azúcar, melazas y otros dulces sintéticos.

Algunos seres evolucionados de ese mundo desnaturalizado, sufrían respuestas de auto inmunidad, fruto de una biología hibridada a la que los cuerpos no habían conseguido a adaptarse.

Un único antídoto podía sanarle, recibió Golisa en una ráfaga de intuición. Ella nunca lo había experimentado, pero en algún lugar de sí misma, conocía el poder de esa energía generadora de vida.

En el mismo instante, reparó en la unión de sus cuerpos y se puso a temblar como las alas de una libélula. No podía distinguir si por la hiperactividad que desbocaba su pecho o por los latidos súbitos que ascendían desde su sexo, pero cuando los ojos de ambos se encontraron al fin, se deslizó confiada en un abismo sin vuelta atrás.

Se fundieron en un abrazo inmortal. Cuanto mayor placer experimentaba, más percibía el aliento apasionado de Felipe y más se entregaban el uno al otro, fundidos en un éxtasis que les trascendía. La muchacha sentía su cuerpo cada vez más denso. Un vigor que nunca antes había tenido y que le devolvía por momentos los jirones de humanidad perdida. Por primera vez, Golisa escuchó latir su corazón denso. Irradiando amor por Felipe. Habían renacido a su naturaleza primordial.